Un año de pandemia en Cuba: ¿Qué hemos aprendido de la COVID-19?
La hipervigilancia o el estrés mantenido por el temor a una posible infección con un virus que nadie ve, aunque todos saben que está ahí, tiene un impacto en el sistema endocrino e inmunológico y hace que las defensas del organismo disminuyan y sean más vulnerables ante la enfermedad u otras patologías, dijo el también profesor Titular de la Facultad de Ciencias Médicas Comandante Manuel Fajardo.
El psicólogo insistió en que la autoresponsabilidad y el autocuidado son fundamentales, y señaló que, además del uso correcto del nasobuco y el cumplimiento de medidas higiénicas y de distanciamiento, hay que velar por mantener un buen estado anímico.
Para lograrlo, recomendó la realización de actividades que entretengan y recarguen de energía positiva, entre ellas, practicar ejercicios, cantar, bailar, leer o ver películas y series.
En el caso de los niños es importante promover el juego, y en relación con los adolescentes y jóvenes insistió en mantener el vínculo con los amigos y familiares, a través de llamadas telefónicas o de manera virtual; no obstante, si se realizan visitas hay que cumplir con las medidas sanitarias por el bienestar de todos.
También aconsejó limitar el consumo de noticias relacionadas con la COVID-19, sin dejar de mantenerse actualizado, pues la exposición a demasiada información puede producir el efecto contrario y lejos de cuidarnos, generar emociones negativas.
A su vez, es favorable crear nuevas rutinas y pasatiempos, fomentar valores como la solidaridad y el apoyo social, establecer metas realistas y planes atemperados a la nueva realidad que eviten el cansancio emocional, la falta de realización profesional y la despersonalización.
En relación a este aspecto, Grau Abalo expresó que los trabajadores de la salud y el personal de apoyo al sector son los que durante este año pandémico han tenido la mayor carga física y emocional, por lo que requieren de un monitoreo constante a su estado anímico para evitar manifestaciones de cansancio extremo, reacciones negativas y desgaste profesional, o que estas se mantengan bajo control.
Aunque precisó que si los trabajadores de la salud o la población en general padecen de fatiga, ansiedad, miedo o frustración pueden acudir a los psicólogos cubanos, más de tres mil 600 en todo el país, de los cuales mil 400 se encuentran en la atención primaria, además de a otros especialistas en salud mental.
El jefe del Grupo Nacional de Psicología de la Salud reconoce que este tiempo de COVID-19 no debe representar una ruptura en las vidas de los cubanos, sino que debe revertirse la circunstancia para que represente un momento de crecimiento espiritual