El cuerpo humano: Donde todo comienza.
Cap.7: Novena semana hasta el nacimiento el período fetal
La transformación de un embrión en un feto tiene lugar de manera gradual, pero el cambio de denominación es significativo debido a que implica que el embrión se ha desarrollado hasta adquirir un aspecto claramente humano y que se han formado los primordios de todos los sistemas importantes. El desarrollo durante el período fetal está relacionado con el rápido crecimiento del cuerpo y con la diferenciación de los tejidos, los órganos y los sistemas. Un cambio notable durante el período fetal es la ralentización relativa del crecimiento de la cabeza, en comparación con el del resto del cuerpo. El crecimiento corporal durante el período fetal es muy rápido y el incremento del peso corporal durante las semanas terminales es extraordinario. Los períodos de crecimiento continuado normal se alternan con intervalos prolongados de ausencia de crecimiento.
El período fetal comienza a las 8 semanas de la fecundación (10 semanas después de la UMN) y finaliza con el parto. Se caracteriza por el rápido crecimiento del cuerpo y por la diferenciación de los tejidos, los órganos y los sistemas. Un cambio obvio en el período fetal es el retraso relativo en el crecimiento de la cabeza, comparado con el del resto del cuerpo.
Hacia el comienzo de la semana 20 aparecen el lanugo y el pelo de la cabeza, y la piel está cubierta por vérnix caseoso. Los párpados permanecen cerrados durante la mayor parte del período fetal, pero comienzan a reabrirse aproximadamente en la semana 26. En este momento, el feto suele ser capaz de sobrevivir fuera del útero materno, debido sobre todo a la madurez de su sistema respiratorio.
Hasta la semana 30 el feto tiene una coloración rojiza y un aspecto arrugado debido a la finura de su piel y a la ausencia relativa de tejido adiposo subcutáneo. El tejido adiposo se suele desarrollar con rapidez entre las semanas 26 y 29, lo que le da al feto un aspecto rollizo y suave.
El feto es menos vulnerable a los efectos teratogénicos de los medicamentos, los virus y la radiación, pero estos elementos pueden interferir con el crecimiento y el desarrollo funcional normales, especialmente en lo que se refiere al encéfalo y los ojos.
El médico puede determinar si un feto sufre una enfermedad o una malformación congénita concretas utilizando para ello diversos métodos diagnósticos como la amniocentesis, la biopsia de las vellosidades coriónicas (BVC), la ecografía y la resonancia magnética (RM).
En casos seleccionados es posible aplicar al feto distintos tipos de tratamiento, como la administración de medicamentos para corregir una arritmia cardíaca o diversos problemas tiroideos. También es posible la corrección quirúrgica intrauterina de diversas malformaciones congénitas (fig. 6-16) (p. ej., los fetos en los que los uréteres no establecen contacto con la vejiga).
Es disponible en: Embriología clínica 9.ª edición