Salud mental vs COVID-19: el reto de 2020

Por Beatris Mejias calero - 12 oct 20 - Noticias - No hay comentarios

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Los últimos meses que hemos vivido han traído muchos retos, tanto para el mundo como a nivel personal. Todos asumimos el desafío de reinventarnos, mientras nos enfrentamos a nuevos estilos de vida, medidas de seguridad y distanciamiento social. En ese contexto se celebró este año el Día Mundial de la Salud Mental, efeméride que se conmemora cada 10 de octubre y en esta ocasión la jornada se dedicó a los efectos que ha traído la pandemia de COVID-19 sobre el estado mental y psicológico de las personas.
Ante esta situación, los psicólogos y profesionales de la salud mental de todo el país implementaron diversas acciones para asistir desde la distancia a los pacientes infectados, el personal de salud y las personas que se vieron afectadas psicológicamente por el aislamiento. En este último aspecto, en la provincia de Holguín también se desarrolló una estrategia de acompañamiento psicosocial ante la posible emergencia de distintos síntomas y sobre este tema ¡ahora! conversó con Carlos Manuel Osorio García, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Holguín y miembro de la junta directiva nacional de la Sociedad Cubana de Psicología que atiende la formación profesional.El psicólogo expuso también que este proceso representó un reto para los profesionales de la salud mental porque hasta el momento la orientación psicológica y la psicoterapia se solían realizar cara a cara. Para trabajar de esta manera hubo que reinventar el sistema de acompañamiento, con el fin de que las personas tuvieran la oportunidad de acceder a las herramientas que se brindaban para salir adelante, frente a la aparición de diversos síntomas durante el distanciamiento social. Las principales inquietudes y solicitudes de asistencia psicológica giraban en torno a cómo organizarse mejor el tiempo, las situaciones de miedo y de ansiedad, problemas de convivencia, trastornos del sueño, la preocupación por el futuro y sentimientos de desesperanza e incertidumbre.

Algunos de estos efectos se sintieron con mayor fuerza en grupos vulnerables como niños, ancianos o pacientes con un estado psicológico sensible. Al respecto, Osorio argumenta que el cambio de rutina y el aislamiento resultó un golpe brusco para muchos niños, en tanto las relaciones sociales son un poco más importantes para ellos. “En algunos casos, el niño no comprende por qué tiene que estar en la casa, por qué no pueden salir a jugar con sus amiguitos, y esto suele provocar estados de ansiedad y algunas perretas. En el caso de niños o adolescentes que padecen de un trastorno de déficit de atención, hiperactividad o autismo, se ve de una manera particular porque tienen rutinas establecidas y romperlas puede descompensarlos y modificar su comportamiento.
Asimismo, explicó que, en el caso de los ancianos, los pensamientos en torno a la proximidad de la muerte se agudizan durante la pandemia y aparecen temores que tienen gran impacto en su estabilidad emocional y pueden provocar algunas ideas delirantes, ante cuya aparición es necesario ofrecerles un tratamiento psicológico lo más pronto posible.
Las acciones desarrolladas a partir de la declaración de la pandemia han dado mayor visibilidad a la atención de la salud mental. Según el psicólogo, si tomamos como ejemplo todo el accionar que se ha llevado a cabo se aprecian sus resultados positivos y plantea que se pueden mantener incluso después del momento de crisis, pues no pierde cientificidad ni profesionalidad el acompañamiento psicosocial a través de los medios de comunicación o las redes sociales. Hasta la fecha, el trabajo de los profesionales de la salud mental se mantiene en esta área, haciendo acciones de orientación psicológica y de promoción de salud, sobre todo a personas que aún perciben secuelas debido al contagio de la COVID-19 o a quienes siguen afectados por los efectos de la etapa de aislamiento.
Las consecuencias que ha traído la COVID-19 sobre la salud mental a nivel social están relacionados con la incertidumbre y la preocupación por el futuro, más aún con el llamado del país a retomar la nueva normalidad. “Las personas tienen que estar claras de que no se volverá a una normalidad como antes. Es importante vivir el día a día, pero además deben replantearse sus metas y sus objetivos a corto, mediano y largo plazo, en función de sus intereses y necesidades.
El psicólogo asegura que el trabajo realizado durante etapas anteriores en el aspecto psicosocial permite que las personas alcancen una estabilidad emocional y retomen su vida de manera los más parecida posible a cómo vivían antes de la pandemia. Este aprendizaje es una de las fortalezas del proceso, para que los sujetos sean más resilientes y para que, en situaciones similares, el impacto psicológico sea menos negativo.
Las personas deben pensar cuánto aman y cuánto aprecian su vida y la vida de los demás y, a partir de ese proceso de reflexión, ser responsable en su actitud ante la situación actual. Esa responsabilidad parte de la autoconsciencia que crea el sujeto de qué es lo más importante: ¿vivir con ciertas limitaciones y disfrutar la vida de los demás? o ¿no vivir y no tener al lado a los familiares que amamos? Aunque exista la enfermedad, la vida continúa…

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