Hay pinchazos que no duelen

Por julihlg - 6 oct 21 - Noticia - No hay comentarios

En su familia nadie se había dedicado a la Medicina. De pequeña soñaba con ser muchas cosas, pero como todo niño tenía un jueguito con el que inyectaba, tomaba la temperatura y ponía el estetoscopio a las muñecas. La primera inyección de su vida. La definitoria. La que daría inicio a todo. Estrella Lira Sáez es una de las enfermeras de Villa Clara que pasa las horas vacunando contra la covid-19.

Todo empezó cuando estudiaba y “por casualidad llegó a su grupo una enfermera en clase de orientación vocacional, a explicar cómo era ese trabajo”. En ese momento le interesó, pero realmente comprobó que era vocación y pasión cuando entró por primera vez a un hospital, haciendo las llamadas rotaciones, mientras estudiaba.

“De verdad que me enamoré de la carrera. Me enamoró la dedicación que tiene la enfermera, la comunicación con el paciente, el saber que estás haciendo algo útil con una persona que te necesita”, cuenta vía WhatsApp un miércoles a las 8 de la noche. Casi acaba de llegar a su casa. De lunes a lunes. No hay sábados ni domingos. Lira Sáez se enfrenta a lo que se preparó durante toda su vida, la mayor campaña de vacunación de un país.

¿Recuerdas dónde estabas cuando se confirmaron los primeros casos de covid-19 en Cuba? “Cómo no, trabajando. Trabajo en un vacunatorio y la vacunación de los niños nunca se paró. Seguimos siempre vacunando. Independientemente de que los protege de las enfermedades, les eleva los anticuerpos del organismo. Nunca nos detuvimos, a pesar de todo lo difícil que trajo la pandemia. Con todas las medidas de bioseguridad, pero seguimos”.

Lira Sáez tiene 34 años de graduada y lleva 13 trabajando en el vacunatorio del policlínico Chiqui Gómez de Santa Clara. Antes lo hizo en la terapia intermedia del hospital Materno. Eran guardias de noche y de día, incluso cuando ya era mamá y tenía a su niño pequeño. De allí recuerda a muchos pacientes. “Te cruzas con ellos. Hay veces que las vi parir en el Materno y ya cuando estaba en el vacunatorio llegaron a vacunar sus niños”.

Durante más de una década ha puesto todas las vacunas del esquema de vacunación. Hasta los 16 años en los escolares y después al resto de las edades de la población. “Pero trabajar con niños supone un reto especial. Hay que trabajar psicológicamente con ellos, con la familia y ponerle un ejemplo. ´Mira, como Chamaquili que quiere vacunarse, hay que protegerse, es un bichito que es muy malo´”, les dice cuando llegan temprano de la mano de los padres a recibir una inyección que para ellos, solo duele.

“Siempre estoy tratando de llegar a ellos para que cooperen y hacer todo el proceso lo más fácil posible”. Vacunar es una técnica y Estrella la aprendió rápido. “Te la enseñan desde que empiezas a estudiar Enfermería. Cuando vas a pasar a ser enfermera vacunadora tienes que tener más delicadeza, mucho más cuidado, adiestrarte con una persona que ya lo haya hecho y observar muy bien. Siempre tienes que verificar la vacuna que vas a poner, explicarle bien a la mamá, realizar una labor educativa para que ella esté consciente de la vacuna que vas a administrarle a su bebé, contra que enfermedad, hablar de las reacciones posibles que pudiera tener en el hogar para que ella esté preparada. Cuando llevas un tiempo ya para ti es algo súper sencillo”.

A pesar de la experiencia, para comenzar a administrar las vacunas y candidatos vacunales cubanos contra la covid-19, primero recibió una preparación sobre las buenas prácticas clínicas. “Como comenzamos cuando todavía era una intervención sanitaria teníamos que estar bien preparados respecto a eso. Era una vacuna nueva que, aunque  la dosis y la vía eran similares a otras, era algo con lo que había que tener sumo cuidado”.

En mayo comenzó en Villa Clara la intervención sanitaria con los trabajadores de la salud. El policlínico donde trabaja Lira Sáez está enclavado en la zona hospitalaria. “Trabajábamos en días corridos hasta las tantas de la noche. Por jornada, eran tres vacunatorios que ponían cada uno 100 dosis. Empezábamos a las 8 de la mañana y nunca teníamos hora de acabar. Hubo días que acabamos a las 6 y 7 de la tarde. Siempre hemos trabajado así, intensamente y hasta vacunar hasta la última persona”.

Cuando acabaron la intervención no hubo descanso. Empezaron entonces a preparar los sitios vacunales para la población. Ella y otras enfermeras se vacunaron el último día de la intervención sanitaria, cuando ya habían administrado todas las primeras dosis al personal de salud.

En estos momentos en la provincia de Villa Clara se está vacunando a toda la población, niños, adultos que quedan pendientes y las personas alérgicas al tiomersal. Esta enfermera de 54 años dice, sin temor a sonar exagerada, que cuando empezó la pandemia siempre supo que Cuba iba a tener su propia vacuna.

“Tenemos muy buenos científicos. Si otros países lo pueden hacer, nosotros también. Si fuimos capaces de producir las vacunas del esquema de vacunación, podríamos hacerlo también. Siempre confié, siempre dije que no corríamos riesgos. Somos muy cuidadosos con esas cosas”.

Ello no quita que ser enfermera en Cuba siempre le haya supuesto nuevos retos. “Es quizás aún más fuerte. Te enfrentas a muchas limitaciones, recursos que necesitas y no los tienes. Tienes que hacer con lo que tengas en el momento”. En medio de tanto ajetreo y tanta vida de pinchazos, Estrella ha sido testigo de uno de sus mayores momentos de felicidad.

“Es cuando veo a una mamá por la calle que me dice: ´¿Recuerdas al niño que tú lo vacunaste desde pequeño?´ Mira que grande está. O hay madres que te dicen que solo quieren que sea yo quien los vacune. Siempre les puse el esquema de pequeños y cuando llega la edad escolar quieren que sea yo también quien lo haga”.

Momentos difíciles también hay. En 13 años es inevitable, dice. Uno de ellos es “cuando un niño hace un evento adverso a una vacuna. Aunque no es por la vacuna en sí, hay otros elementos que influyen como un problema de salud o de inmunodeficiencia, son momentos tristes porque te asustas, ves a la mamá que se preocupa y no quieres que estas cosas suceden. Son eventos muy aislados, pero en tantos años siempre se ve”.

Si Estrella volviera a nacer, sería nuevamente enfermera. “Realmente es mi vocación. Siempre me ha gustado lo que hago. Lo he hecho con cariño y de verdad porque es lo que me gusta”. Ello no quita el esfuerzo. Las horas sin dormir y lejos de su familia. Ahora están vacunando de lunes a lunes y en medio de todo –asegura- “hay que seguirse preparando, no puedes dejar de capacitarte con todas las cosas nuevas que surgen”.

De pequeña recuerda que un médico siempre representó para ella “una persona súper poderosa, que curaba todo y que estaba al pendiente de todos los enfermos”. Hoy, sin sonar exagerado, porque si a alguien la avalan hechos para pensar así es a ella, se puede decir que Estrella Lira Sáez también es súper poderosa.

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