Letras del estudiante
Esta página web dedica a todos los que desean
compartir sus ideas sobre la vida.
Autora: Yudelin Moreno Leal.
Estudiante de 5to año de Medicina.
La palabra.
Una voz de aliento dirigida a alguien que se siente desanimado puede ayudarle a terminar el día, mientras que una sola palabra negativa puede acabar por destruirlo.
Me encuentro entre las personas que gustan de escuchar consejos. Hay que escuchar consejos, mas hay que tener un poco de convicción de que tus actos, lejos de hundirte y degradarte, te sacarán, quizás, hasta de una muerte segura.
Nada como una fábula, como me gusta, para ayudarte a entender mejor, lo que quiero expresar:
Cuentan que un grupo de ranas viajaba por el bosque cuando, de repente, dos de ellas, cayeron en un pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente una de las ranas atendió a lo que le decían y murió. La otra siguió saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil, pero la rana seguía saltando cada vez con más fuerza, hasta que, finalmente salió del hoyo. Las otras le preguntaron: ¿no escuchabas lo que te decíamos? La ranita le explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco.
¿Ves? Así pasa con la gente. No todos son dignos de oír. Es verdad que uno no puede ser mal educado y hace que escucha, pero hay situaciones en que tenemos que hacernos el medio sordo porque no todos los que se nos acercan dan verdaderamente buenos consejos, y no todos nos pueden convencer de que lo que dicen es lo correcto. Es más, muchos no son sinceros.
Últimamente se escuchan puntos de vista y uno no es tan torpe como para no percibir que es la conveniencia lo que se está defendiendo o es porque se está herido por algo, o son sus intereses los que están en juego. La vida está llena de contradicciones y esa es la lucha, el desarrollo, el avance a costa de todo obstáculo, es ahí donde entra en juego el optimismo y los deseos de arribar un escalón superior o de defender mis razones cuando de antemano sé que voy bien. La convicción de tus ideales, los principios, la confianza en ti mismo, los deseos de salir adelante, la seguridad de que vas a triunfar en la conquista de una causa, te irán guiando hacia la culminación de tus propósitos.
No comparto la idea de los casos perdidos. No hay edad límite para escuchar y para decidir dar un rumbo nuevo a tu vida y esto vale para los alcohólicos, los drogadictos, los estafadores, los infieles, los indecisos. Hay que saber parar un día. Siempre hay una oportunidad para cambiar. No se concibe un joven en esta sociedad que no sepa lo que le hace daño, no se concibe una pareja que no se dé cuenta cuándo una relación no da más, no se concibe que haya quienes sigan pensando que se pueden obtener riquezas sin esfuerzos. No se concibe que una conducta desacertada te acompañe toda tu vida y no oigas a nadie. De todas formas, como digo siempre, la vida nos pasa la cuenta.
Tengamos cuidado con lo que decimos. Las pobres palabras tienen un raro efecto sobre muchos de nosotros. Tal vez no estemos aptos y ofendemos el trabajo y la lucha limpia de otros, o la moral. Por momentos hablamos sin analizar, sin pensar y en lugar de ganar admiración, empequeñecemos ante los demás.
Seamos más celosos aún con los que escuchamos, no vaya a ser que alguien esté tratando de subestimar nuestra inteligencia o peor aún, de robarnos el espíritu de la lucha, de esa lucha que es aún más interesante en los tiempos y los momentos difíciles. La palabra tiene poder de vida o de muerte. No lo olvides.
El bien y el mal.
El bien y el mal pertenecen a las cuestiones más antiguas de la filosofía. Todo lo bueno es lo que lleva al ser humano a ser más plenamente hombre, ser más propiamente persona, en palabras de Santo Tomás de Aquino.
Hay tantos males: guerras, epidemias, carencias, perversiones, homicidios, calumnias, infamias, pero nada se iguala al mal moral, este es el único verdadero mal, pues hiere la naturaleza humana, pues va contra la razón, contra la conciencia, contra la verdad, y aparta poco a poco al hombre de su orientación hacia el fin último.
Aunque sea desagradable decirlo, hay que admitir que cualquiera de nosotros tiene un adversario, a veces por el simple hecho de que eres feliz, porque te admiren, porque escales peldaños superiores, porque tienes talento, en fin, si no hay un pretexto, pues nada, inventan uno. Eso lo conocemos.
Muchas veces el enemigo se declara y resulta cómodo poder enfrentarlo y de una vez liquidar las razones de las desavenencias. Otros, los peores, tratan de no dejar huellas y acechan ocultos.
Hoy el fondo de mi mensaje no es precisamente para referirme a aquellos que hacen del mal una práctica. No vale la pena. En definitiva hablando mal o vengándonos nos igualamos. Por el contrario, el tratar de perdonarlos nos hace superiores.
Sucede así en la vida. Yo estoy entre los que piensan que son mayoría los que quieren bien, los que sienten el deleite, el gozo de la ayuda pronta, los que sin envidia ni ambiciones piensan en cómo ayudar al prójimo; pero no es raro encontrarse con esos que insisten en poner el dedo en la llaga de los que por una razón u otra, sienten que se hunden, que ya no tienen solución a sus problemas. Con cuántas personas nos encontramos a menudo que se sienten contrariados y han hecho del dilema el fin, la culminación de su existencia como si todos los trastornos fueran eternos.
Sí quiero insistir en que la mejor manera de soportar las afrentas es elevando la estatura de persona pacífica y seguir adelante en cada propósito conociendo que si aliviamos la carga tendremos mayor libertad para movernos hacia nuestros objetivos sin afligirnos, porque no desconocemos que siempre habrá un detractor de tus acciones, de tu obra. Son sabios los hombres que aprenden de sus enemigos. Los que hacen del revés una victoria.
Si algún día estás allá abajo sintiéndote poco valorado y otros te lanzan la tierra de la incomprensión, del egoísmo o de la falta de apoyo. No aceptes la tierra que tiren encima de ti, sacúdela y sube sobre ella. Cuanta más tierra nos lancen, más podremos subir.
La decepción.
Que levante la mano quien nunca haya sufrido una decepción. Es horrible sufrir una decepción, especialmente algunas, porque no solo el desamor de una pareja puede ser causante de una desilusión. Hay otras y una de las que te deja tirado hasta el punto del cruel estado depresivo que le sigue, es precisamente la que viene provocada por seres queridos que no siempre es el esposo, el amante, el novio.
Hay decepciones que no sabemos llevar, son tan dolorosas que uno no se explica por qué tardan tanto en irse. Una ofensa, una traición, una calumnia, por citar algunos daños espirituales, duelen, pero se pueden soportar y un día van quedando atrás, y claro, hay personas de quien tú no esperas todo, porque puede que no sean amigos o familia, pero una decepción es como si no se curara nunca la herida pues esa desilusión viene de alguien que amas, confías, admiras o es tu propia sangre, y de esos, nunca nos imaginamos un desaliento.
La decepción es una de esas contrariedades que cuesta mucho enfrentar, está ahí… esperándote. Lo dejas para mañana, para el día siguiente, y te vas dando excusas…Intentamos evitar tener que enfrentarla, pero al igual que la noche, el día también llega y se acaban las excusas y hay que hacerle frente. Creo que lo primordial para decepcionarnos menos, es valorar a las personas en su justa dimensión y no crearnos falsas esperanzas.
Hay muchas clases de sentimientos en la vida, el dolor, la pena, la pérdida y en todas se llora. Pero siempre se llega a un estado de aparente calma con la que sigues adelante, pero ¿con la decepción qué se hace? Es algo que sabes cómo empezó pero no sabes cómo va a terminar, realmente es muy difícil de superar. Creo que para entender bien por qué se teme tanto a este sentimiento es necesario saber qué es la decepción.
La decepción es un sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Se forma en unir dos emociones primarias, la sorpresa y la pena. La decepción, si perdura, es un desencadenante para la frustración y más adelante, la depresión.
Es más dura cuando llega de forma inesperada trastocándonos la vida, los sueños, los planes. Desde que nos sentimos decepcionados ya no sabemos a qué atenernos, ya no sabemos qué hacer o de qué manera nos afectará. Cuando llega intentamos huir de ella y no pensar en ello. Es muy triste que cuando todas tus ilusiones las depositaste en alguien, esa misma persona te las rompa. Sientes que todo sigue fluyendo, menos esa parte de ti que arrastra la pena.
A nadie le gusta sufrir este desaliento, es como si tú misma te dañaras porque eres la única que hizo crecer esa expectativa, tú lo hiciste, tú lo creaste. Algunos han esperado casi una vida para ver el fruto y al final vas notando la involución y ahora solo lo sufres tú.O siempre estamos preparadas para llevarnos un desengaño porque pensamos que esto sería verde y se tornó rojo, pero cuando sucede, hay que salir adelante, nos costará, especialmente si hemos puesto las esperanzas en esas personas, pero se puede seguir adelante. Y para que nunca te abata una decepción no acaricies tantas expectativas, no esperes tanto de la vida y será ella quien te sorprenda.
Alimentar el espíritu.
“Cuando tengas dos pesos compra uno de pan y otro de flores”, reza un proverbio chino del que me he adueñado como brújula para encaminar mis pasos en la vida.
Hay que llenar el estómago, pero hay que alimentar el espíritu. Uno pasa por la vida viendo diferentes patrones de comportamientos de los seres humanos, al mismo tiempo vamos adoptando diferentes características de aquellos patrones que compatibilizan con nuestros valores.
Si uno piensa en las cosas que les quiere dejar a sus hijos si uno mañana mismo muriera, rápidamente piensa en un estudio universitario, una casa, un carro, una cuenta bancaria o lo que fuera para que se desempeñe. Cuando reflexionamos nos vamos al otro extremo y queremos dejarle, además, una enseñanza espiritual, que sean buenas personas, éticos, morales, honestos, sinceros, que cuiden sus cuerpos, sus mentes, que amen la naturaleza. Cada uno, de acuerdo a sus principios, a su cultura a la forma en que fuimos educados.
Pienso que hace falta lo material; techo, alimentos, transporte. Eso no se discute. Pero que nadie sea infeliz porque aún no tenga estos bienes. La vida no espera. No hay espacio para la infelicidad. Inevitablemente vuelve a mi mente un tema tratado ya. ¿Recuerdan a Diógenes? Filósofo griego que vivía en un tonel y cuando Alejandro Magno le pregunta qué desea, con el fin de ayudarlo, le dice: “Que te apartes pues me tapas el Sol”. Imposible olvidar este ejemplo. Siempre nos faltará algo material y esperamos y nos atareamos en pos de un futuro mejor, mas, lo espiritual, eso no espera a un mañana. Es ahora, es ya.
Evidentemente nos encontramos entre lo material y lo espiritual, tema polémico y, en mi opinión, los extremos no son buenos, el gran desafío es saber cómo logramos ese sencillo equilibrio, cómo desarrollamos una estrategia, cómo desarrollamos un plan con el tiempo necesario para avanzar en forma simultáneas hacia esas misiones, cómo ir consiguiendo logros generales. Creo que la clave es valorar con honestidad. El desafío es trabajar con inteligencia en ambas direcciones. Me alimento, visto, calzo, hasta donde den mis recursos, estando convencidos de lo que queremos y necesitamos, pero también me arreglo el cabello porque eso alimenta mi espíritu, me compro un libro o plantas para mi jardín porque sólo de pan no vive el hombre.
Pienso que en el mundo hay un gran desequilibrio entre lo material y lo espiritual. Millonarios que cada día quieren más dinero, guerras ambiciosas. El ser humano es materia que piensa. Hay que darle vuelta a la moneda y pensar un poco más en lo espiritual. Reflexiona, medita, solidariza, perdona, ríe, abraza gratis, ama. No permitas que te atrape la tristeza, el reclamo, la angustia, el no hay, se acabó. Pon un poco de amor y de alegría en tus planes. Redobla tu trabajo. Cuando escuchen comentarios de que la economía anda mal, que la cuenta no da, que hay que gastarlo todo en comida, piensa un poquito en este consejo. Un peso de pan y uno de flores.
Si estás de vacaciones no dejes que agosto te atrape en la misma repetición de todo el año. Planea y sal de la cotidianidad, acampa, llénate del verde que te espera fuera de casa, disfruta el sol, que es tan nuestro; ve y visita la familia, la tía que vive en el campo, la abuelita que espera por ti, los amigos. Anda y comparte con ellos un plato de chícharos, con la alegría de volver a verlos este verano porque mañana no se sabe. Ve y disfruta del placer de volver a estar juntos, de desempolvar recuerdos, mirar fotos viejas, darse un abrazo, hacer planes y reír hasta de cualquier bobería. No dejes por nada a tu gente buena, que vale quedarse con la gente buena; con esa gente de ley, que da la sensación de que estando cerca o lejos nada terrible puede pasar, esos que te comprenden y animan.
Lo fortuito y lo vulnerable pasan. El que para sentirse pleno dependa sólo de lo material, estará perdiéndose la gran fiesta de lo que es poder ver que esas pequeñas cosas que pasan diariamente son las que hacen la vida espectacular.
Estos artículos son para despertar en ti nuevas inquietudes sobre la vida.