Todo tiempo futuro tiene que ser mejor
«Desconocen — y por eso no actúan — que vivimos una hora interesantísima en la historia de la humanidad, que hay una completa renovación de valores, que la historia espera nuevos Mirabeau, nuevos Dantón, nuevos Martí, nuevos Bolívar»
Por Julio Antonio Mella
Existe entre muchos jóvenes un acendrado amor al pasado, que se manifiesta de distintas maneras, imposibilitándolos para la acción fecunda y necesaria en el momento actual, unos creen que al morir Martí terminó la historia cubana, que todas las epopeyas gloriosas terminaron, se agotaron, en el pasado siglo de las revoluciones emancipadoras; hubieran combatido a las órdenes de Maceo como el mismo Francisco Gómez, ese ejemplar de juventud heroica y malograda; su lira hubiera sido la épica de Heredia, capaces de todos los heroísmos «mambises», desconocen el heroísmo ciudadano, y aunque muchos no renieguen del presente, aman con esterilidad el pasado más que el futuro.
Para estos, las ideas y los conceptos de las cosas terminaron con la Revolución Francesa, para ellos la vida se detuvo el glorioso 4 de agosto, abolidos aquellos privilegios, se abolió el privilegio.
Vano error de ilusos.
Quedan convertidos, como [la mujer de] Lot, en estatuas de sal por mirar hacia atrás.
Desconocen — y por eso no actúan — que vivimos una hora interesantísima en la historia de la humanidad, que hay una completa renovación de valores, que la historia espera nuevos Mirabeau, nuevos Dantón, nuevos Martí, nuevos Bolívar, que realicen nuevos ideales ya pensados y resueltos en las conciencias humanas por los precursores de la nueva era.
Hay necesidad intensa de apóstoles, de héroes, de mártires para el triunfo de la causa, y esos apóstoles, héroes y mártires, están en la juventud universitaria de nuestra América.
El pueblo es libre, por lo menos así se le dice, no le hablemos de odiar a España, que no tiene la culpa de haber tenido gobiernos de la misma calaña que los que nos gastamos, calcados en los europeos, con todos sus vicios y algunos más, producto del calor tropical; tampoco de conquistar la «patria irredenta», si es peruano, o de prepararse para posibles guerras, si es chileno; quitémosle la frenética fantasía de establecer nuevas germanías en la América a los gobiernos decrépitos y ancianos directores de la vida nacional en la Argentina y en el Brasil; si existen algunos chacales o simios encaramados en las sillas presidenciales, como Gómez, Saavedra, y Leguía, procuremos ahuyentarlos hacia la selva donde están en su sitio; y si nos encontramos, como en Cuba, unos que son inmorales en nombre de la soberanía del país, y otros que venden el país en nombre de la moralidad, procuremos aplastar a unos y a otros, ya que están hechos del mismo material: de fango político.
Libertemos al pueblo, esa es la misión de la actual generación; es esclavo porque es ignorante de sus derechos, enseñémosle, vaciemos todos nuestros conocimientos sobre él, no dejemos que la educación clerical y la nacional le inyecten el veneno de la insinceridad y de la corrupción.
El corcel de la batalla espera enjaezado, partamos, no miremos hacia atrás; al arcaico y estéril «Todo tiempo pasado fue mejor», ha sustituido el «Todo tiempo futuro tiene que ser mejor», demostración efectiva de acción, de lucha; no hemos cambiado el sueño en el pasado por el sueño en el futuro, sino la lucha en el presente para hacer el futuro mejor.
Una cosa ha sustituido a la otra, de la misma manera que el siglo XIX sustituyó al XV, como la juventud sustituye constantemente a la vejez cumpliendo la sabia sentencia de González Prada: «Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra».
Noviembre-diciembre de 1923
Tomado de: Fernández, Fabio y Alejandro Sánchez: «Las luchas de Mella en la Universidad. Antología mínima», Ocean Sur, 2022.