“Ética médica más allá del temor”
Por: Susel Bayo Mora, estudiante de segundo año de Medicina.
“¿No tienes miedo?”, era la pregunta que me hacían mis amigos y familiares al decirle que me incorporaría al equipo de alumnos voluntarios que dieron el paso al frente para enfrentar a la COVID 19 desde la zona roja. A lo que yo respondía: “los galenos en su formación universitaria interiorizan las responsabilidades que la carrera implica, esto no solo se limita a la adquisición de conocimientos científicos y académicos, sino también de valores éticos, debido a que se caracteriza por ser una profesión de servicio”. Claro ejemplo, fue la disposición que asumieron diversos estudiantes de medicina en el mundo y en nuestro país donde actualmente más de 28 000 realizan actividades de pesquisa, con el objetivo de detectar de manera precoz los posibles portadores del SARS-CoV-2. En las redes sociales, en los centros de aislamiento, desde los consultorios, policlínicos y hospitales sumamos nuestras fuerzas y a la vez creciendo en conocimientos, a fin de combatir la COVID-19.
No niego que existe el riesgo de estar expuestos al contagio, el cual repercute en nuestra salud y la de nuestra familia. Sin embargo, todos los que estamos en esta lucha queremos aportar nuestro granito de arena . No podemos caer y dejar que la COVID gane esta batalla, cuando podemos liberarla cumpliendo con las medidas de la Salud Pública, el distanciamiento social, el uso del nasobuco, el lavado de las manos, entre otras.
Desde mi posición como aprendiz de las Ciencias Médicas y futuro profesional de la salud me siento en el deber de formar parte de ese ejercito enorme de batas blancas, que día a día se enfrenta a esta enfermedad. A pesar de ser una isla hostilizada de manera implacable por la nación más poderosa del planeta, víctima de un férreo bloqueo económico, comercial y financiero que, en tan compleja situación de pandemia, impide obtener insumos y equipos médicos para contribuir a la atención que su población amerita. No obstante, como dijera Cintio Vitier, “[…] nuestra pequeña isla se aprieta y se dilata, sístole y diástole, como un destello de esperanza para sí y para todos”.
Todos los que estamos allí, profesores, médicos, enfermeras, psicólogos, epidemiólogos y demás personal, damos lo mejor en apoyo a nuestros compañeros que están lejos de su país, su casa, su familia y sus tradiciones enfrentándose a un enemigo mortal. Esta experiencia me ha servido para mi formación tanto estudiantil como humana.